Un mural con trazos en blanco y negro, una totora característica del lago Titicaca y el impregnante olor a granos de café y palo santo dan la bienvenida a los visitantes de Amta Café Cultural. Un espacio en la ciudad de El Alto que además de ser un café “de altura”, apuesta por actividades artísticas y la creación de una biblioteca pública, que aporten al escenario cultural de la ciudad altiplánica.
“(El café) es una mezcla entre arte, gastronomía y estamos habilitando la biblioteca. Es para activar un poco más lo que es el arte y la cultura aquí en El Alto”, explicó Rosmery Chuquimia, creadora del espacio junto con su hermana Lizeth Chuquimia. “Hay muchos cafés culturales, en la ciudad de La Paz también, pero lo que está primando aquí es un café de especialidad”, destacó.
El proyecto surgió como consecuencia de la “necesidad”. Fotógrafa y diseñadora gráfica de profesión, Rosmery buscaba un espacio donde poder dar rienda suelta a sus aficiones artísticas. Lizeth, por su parte, quería experimentar en la “gastronomía creativa” sin las presiones de depender de un supervisor. Juntas decidieron dejar la venta de ropa americana para embarcarse en este emprendimiento.
“No se ha visto una cafetería de especialidad aquí en El Alto. Si bien han habilitado cafeterías en otras ciudades no han venido aquí a El Alto. Y eso ha generado la interrogante de ¿por qué? ¿Nosotros no somos un público?”, observó la artista, de 31 años. “Sí hay público, sí han venido. (...) Nosotros hemos vivido toda la vida en El Alto y conocemos nuestro público”, agregó.
Además de la oferta gastronómica, en la que se incluirán catas de café y cócteles de autor, el espacio planea organizar diversas actividades culturales a lo largo del año, entre las que se incluyen salidas fotográficas, talleres de revelado, taller de gastronomía creativa, exposiciones y ferias de arte y cultura.
De hecho, en los últimos meses ya albergó tres eventos —incluido un concierto “anti San Valentín”, el pasado domingo—, en el que los primeros asistentes fueron parte de la experiencia de esta nueva propuesta alteña.
Más de 3.500 libros
El plato fuerte de este espacio, sin embargo, es la biblioteca pública, que nació de la mano de Daniel Averanga, compañero de las emprendedoras. En un principio se pensó en una tienda de libros, pero tras algunas gestiones se desarrolló este espacio de lectura y consulta que lleva el nombre de Crispín Portugal, en homenaje al joven escritor y activista cultural alteño, que falleció en 2007.
“Creo que la biblioteca es uno de los aportes principales porque va a ser gratuita y no va a ser una biblioteca pasiva, sino va a ser activa. Se van a hacer muchas actividades participativas con niños y jóvenes de los colegios”, aseguró Chuquimia.
Hasta el momento son cerca de 3.500 los libros donados, principalmente por editoriales e instituciones, que estarán accesibles a préstamos desde finales de marzo. Entre los géneros presentes se encuentran novelas, poesía, cuentos, entre otros y se continuarán recibiendo donaciones hasta el próximo 26 de febrero.
De esta forma, esta idea que fue sembrada en 2018 y que se enfrentó a retrasos por los conflictos político-sociales de octubre de 2019 y la pandemia, finalmente abre sus puertas este miércoles de forma continuada. La dirección exacta puede ser consultada en la página oficial de Facebook de Amta Café Cultural y el horario de atención será de 13:00 a 21:00.
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