En “The Bible for China” (La Biblia para China), un pastor chino relata la historia de una mujer, miembro de la iglesia que él pastoreaba, que no tenía hijos y oró fervorosamente a Dios pidiéndole un niño. Dios contestó esas oraciones y le concedió el hijo que había pedido. Entonces, ella dio gracias por esa dádiva y como testimonio de gratitud entregó una ofrenda que equivalía a cinco dólares. Unos meses después la madre llevó al niño al templo para consagrarlo a Dios delante de la congregación, y en este acto que ella consideró como un privilegio, y como testimonio de su gratitud a Dios entregó una ofrenda equivalente a diez dólares, cantidad que significaba un verdadero sacrificio para ella. Dos años después ese niño enfermó y murió. ¿Qué hizo la madre? Se presentó ante la iglesia y dio una ofrenda equivalente a veinte dólares para mostrar su gratitud a Dios por tres razones, que ella explicó del modo siguiente: 1º Por haber tenido este niño, contra toda esperanza. 2º Porque este niño, que pertenecía a Dios, le fue prestado por dos años, produciéndole mucho gozo el privilegio de haberlo cuidado y disfrutar de sus afectos y sonrisas. 3º Porque sabía que el niño estaba en los cielos con su Salvador y algún día volvería a ver a su hijito. La historia de esta mujer china nos enseña que el agradecimiento no sólo debe estar presente cuando recibimos la respuesta Dios, sino desde el momento en el que se presenta la necesidad y oramos por ella, debe manifestarse en nuestro diario vivir; y aun cuando nuestra oración es respondida y parece que todo va bien pero de pronto las cosas parecen volverse adversas. “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”. Filipenses 4: 6,7 (NVI) Siempre hay por lo menos una razón por la cual estar agradecidos a Dios. Nuestra confianza en Él se pone en manifiesto cuando pese a las circunstancias adversas decidimos darle gracias y permitimos que su paz llene nuestros corazones. No importa cuáles son tus circunstancias o qué dicen los expertos acerca de tu situación, Dios es experto en imposibles y Él tiene planes de bien; descansa porque estás en las mejores manos.
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