La paciencia es una capacidad que se va desarrollando poco a poco. Esta capacidad puede ser más notoria en unos y menos en otros, pero sin duda la espera es algo que es inevitable en la vida.
Muchas veces queremos actuar por nuestra propia cuenta, al calor de nuestras emociones o según nuestra humana sabiduría; sin embargo, la Palabra de Dios nos alienta a saber esperar en el Señor.
Con paciencia esperé que el Señor me ayudara, y él se fijó en mí y oyó mi clamor.
Salmos 40:1 (NTV)
El rey David, esperó pacientemente la ayuda de Dios, confió en la intervención divina en sus luchas y obtuvo la respuesta a su clamor.
Saber cuándo y qué hacer oportunamente es el resultado de la confianza en Dios, de la espera en Él.
La paciencia acompañada de confianza en Dios tiene buenos frutos: David menciona que fue rescatado de la crisis que padecía, y puesto en un lugar seguro.
Me sacó del foso de desesperación, del lodo y del fango. Puso mis pies sobre suelo firme y a medida que yo caminaba, me estabilizó.
Salmos 40:2 (NTV)
Gracias a la paciencia, David también fue inspirado en nuevas alabanzas a Dios, su corazón se afirmó más de lo que ya estaba. Todo esto para que otros confiaran al ver la respuesta oportuna del Señor.
Me dio un canto nuevo para entonar, un himno de alabanza a nuestro Dios. Muchos verán lo que él hizo y quedarán asombrados; pondrán su confianza en el Señor.
Salmos 40:3 (NTV)
Puede que estés esperando a que acontezca algo especial, un anhelo o una respuesta de Dios en la lucha que enfrentas. Te animamos a confiar en la dirección que el Señor te dará y si tienes que esperar, hazlo con mucha fe.
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