Cuentan que un viajero se perdió en medio de la selva africana por lo que le preguntó a un nativo si podía ayudarlo mostrándole el camino a través del bosque. Ya habían avanzado una buena distancia, cuando aquel viajero entró en dudas y preguntó: – ¿Es éste el camino? – El nativo respondió:Aquí no hay caminos; yo soy el camino. La sagacidad del aborigen guió a través de la selva inexplorada a aquel viajero perdido, dándose cuenta de que efectivamente, el guía era el camino. Al igual que el viajero, todos nosotros estamos perdidos dentro de esta vida hasta que Jesús nos encuentra y nos dice: Sígueme. Cuando Jesús nos invita a seguirlo no solamente es porque es el único por el que podemos ser salvos, sino que también nos llama a seguir sus pasos y su ejemplo mientras estamos transitando por esta tierra. No hay otra manera de tener una vida plena y significativa, ni de llegar a nuestro destino exitosamente sino a través de nuestro Guía. “Jesús le contestó: —Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí”. Juan 14:6 (NTV) No importa que no veas los caminos o senderos, solamente confía en Jesús porque no te dejará perdido ni te abandonará, te mostrará y guiará por los mejores lugares; recuerda que Él es el Camino.
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