Las muchas ocupaciones de la vida suelen distraer nuestra mirada de las cosas importantes y normalmente dejamos de lado lo eterno. Y tu, ¿te preocupas por tu alma?
Cuando Dwight L. Moody, entonces un muchacho adolescente, fue a trabajar a la zapatería de su tío, según el acuerdo que había hecho, estaba matriculado en la clase bíblica de jóvenes en la iglesia de Mount Vernon, que dirigía Edward Kimball.
Había un maestro de escuela Dominical en aquella iglesia, que sentía la importancia de su obra. Fue a la zapatería, buscó al recién llegado, puso la mano sobre la espalda de Dwight y le dijo:
Sus labios temblaron y no pudo decir nada más, pero cuando se fue, el muchacho se dijo:
En ese instante, el joven Moody se fue al sótano, se arrodilló tras unas cajas vacías y se entregó a Cristo.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.
Efesios 2:8 (RVR1960)
Es verdad que no podemos salvarnos por obras, sino por Gracia; sin embargo, para poder recibir ese regalo inmerecido debemos reconocer nuestra condición y aceptar tan grande salvación. Debemos dar el primer paso.
Pues «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo»
Romanos 10:13 (NTV).
No permitas que los afanes de la vida te distraigan de lo que es importante. ¿Ya pensaste dónde pasarás la eternidad? ¿Ya hiciste algo por tu alma? Es hora de que tomes una decisión.
Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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