En Colosenses 1, Pablo se dirige a la gente que está en Colosas, a los que habían creído el evangelio de Jesucristo, dicen los versículos 21 al 23 (NTV): “…antes estaban lejos de Dios. Eran sus enemigos, separados de él por sus malos pensamientos y acciones; pero ahora él los reconcilió consigo mediante la muerte de Cristo en su cuerpo físico. Como resultado, los ha trasladado a su propia presencia, y ahora ustedes son santos, libres de culpa y pueden presentarse delante de él sin ninguna falta. Pero deben seguir creyendo esa verdad y mantenerse firmes en ella. No se alejen de la seguridad que recibieron cuando oyeron la Buena Noticia. Esa Buena Noticia ha sido predicada por todo el mundo, y yo, Pablo, fui designado servidor de Dios para proclamarla.” El Apóstol Pablo, les recuerda a los colosenses cómo era su vida pasada y cómo pasaron a ser santos, libres de culpa y aptos para presentarse delante de Dios por medio del sacrificio de Jesús pero además los insta a cumplir una obligación: “deben seguir creyendo y mantenerse firmes” En un momento de desesperación o de problemas que nos dejan debilitados nuestra reacción puede llevarnos a cuestionar nuestra fe en Dios, en la transformación que está realizando, su poder para ayudarnos, incluso perdemos la fe en nosotros mismos. Es importante tener presente que más allá de todo lo malo que ocurra a nuestro alrededor no debemos rendirnos. Si hoy estás desanimado y sin fuerzas, vuelve a creer en la grandeza, misericordia, gracia, justicia y todos los atributos que Dios tiene para con sus hijos. La batalla aún no termina, Dios está de nuestro lado y no dejará que nos rindamos hasta que haya terminado su obra perfecta en nosotros.
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