Normalmente cuando perdemos algo la tristeza nos invade, sin embargo, cuando entregamos algo de buena voluntad, el ya no poseer eso, deja de ser una pérdida.
Cuentan que algún tiempo después de la guerra civil de los Estados Unidos se celebró un banquete patrocinado por un departamento del Ejército, y cuando el maestro de ceremonias presentó al orador principal, mencionó el hecho de que era un hombre que había perdido una pierna en la guerra.
El veterano se puso de pie y fue saludado con vítores entusiastas, pero levantó la mano diciendo que deseaba hacer una corrección:
Habríamos dado a nuestra patria todo lo que teníamos y lo que poseíamos para ganar la libertad de los esclavos en una patria que nuestros antepasados declararon patria de los hombres libres.
Solamente teniendo esa clase de consagración, estando dispuestos a dar todo de buena voluntad para un fin mayor, como es el Reino de Dios, podríamos gozarnos en todas las circunstancias, sintiéndonos parte de la gran tarea que empezaron nuestros antepasados de la fe.
Dios nunca te pedirá nada que no tengas, no importa si es mucho o poco, lo importante es el corazón con el que damos.
Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
2 Corintios 9:7 (RVR1960)
Y no se trata solamente de cosas materiales. Si por ejemplo, decides dedicar algunas horas de tu semana a ayudar a ancianos, si lo haces de corazón te llenará de alegría; sin embargo, si lo haces solamente por compromiso lo más seguro es que lo consideres una pérdida de tiempo y te resulte una labor muy pesada.
Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene.
2 Corintios 8:12 (RVR1960)
Recuerda, ya sea que le des algo voluntariamente a Dios o que Él te lo pida, si lo das de buena gana, nunca será una pérdida.
Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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