“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.” 1 Corintios 13:1
El amor es una gran virtud, necesaria en todos los aspectos de nuestra vida; en lo que somos y en lo que hacemos. Dios nos ha regalado dones, que son favores especiales que se dan a una persona sin que ésta los haya ganado o lo merezca. Estos dones los recibimos para servir a Dios y a nuestro prójimo.
Es así que el amor y los dones están ligados, no pudiendo estar separados en ningún aspecto. Sin el amor nuestras acciones se vuelven simples actos carentes de una correcta motivación. Sin amor nuestras palabras dejan de tener peso y simplemente son escuchadas por otros como un ruido, como si un metal golpeara a otro. Sin amor nuestro servicio se vuelve una mera rutina, un conjunto de acciones que hacemos de manera mecánica, perdiendo el verdadero sentido.
El Apóstol Pablo en su carta a los Corintios resalta que el principal de los dones es el amor, pues sin él la esencia de los otros sería el orgullo.
Se dice que el ingrediente secreto para la cocina es el amor. Uno puede preparar una comida siguiendo paso por paso la receta de un prestigioso chef, pero aun así es probable que no pueda competir con otra que se preparó, quizás con menos conocimiento, pero sí con mucho más cariño.
El amor se nota, inclusive cuando trabajamos o cuando realizamos una tarea; tal vez podremos lograr lo que nos propongamos, simplemente por hacerlo, pero un resultado excelente se verá cuando nuestro corazón esté en lo que hacemos.
Nuestras palabras y actos tienen que estar unidos por el amor para que puedan impactar positivamente a nuestra sociedad.
Hoy marca la diferencia, llénate del amor de Dios y dale el toque especial en todo lo que hagas para que se pueda escuchar Su voz agradable.
“Tres cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de las tres es el amor.” 1 Corintios 13:13
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