En El Alto 295 unidades educativas se sumaron a este plan que motiva a los niños a consumir frutas en vez de golosinas en los recreos. Aprenden también a reciclar.
Con el colegio Modesto Omiste de El Alto son desde ayer 295 las unidades educativas que con quioscos saludables motivan a los niños a consumir frutas en vez de golosinas en los recreos. Este programa -impulsado por la Alcaldía y los padres de familia- busca reducir los casos de obesidad en la urbe.
Dos enormes cerdos sonrientes reciben a los estudiantes de la unidad educativa Modesto Omiste. Están frente a la puerta principal, delante de una pequeña jardinera. Estos chanchitos son en realidad basureros, instalados en forma ingeniosa por los padres de familia.
La creatividad de estos padres por el bienestar de sus hijos no sólo se limita a la forma de los basureros. Una vez a la semana también impulsan los quioscos saludables en el colegio. Este plan ayuda además a reducir en más de un 80% el uso de plásticos.
En este colegio, el quiosco de don Gerónimo Condori está repleto de frutas: plátanos, mandarinas, naranjas y manzanas. Los precios de estos alimentos van desde los 50 centavos. La papaya es uno de los principales ingredientes para las variedades de ensaladas que ofrece a los colegiales por un boliviano.
“A veces preparo quinua, pero muy pocos estudiantes tienen la costumbre de comer este alimento. Es un hábito que tiene que venir de casa”, explica don Gerónimo, un señor de más de 70 años, pero que trabaja con el entusiasmo de un niño. Viste un mandil blanco, unas manoplas, un gorro de cocinero y un barbijo.
La implementación de los quioscos saludables es una tarea compartida de los padres con el director, los profesores, el portero y los estudiantes. “Los lunes comemos gelatina con galleta. El martes es un día dedicado a las frutas. El miércoles disfrutamos de un sándwich. El jueves comemos otra vez frutas y el viernes es una jornada exclusiva para los cereales”, contó Mayli Quino, una estudiante de quinto básico.
En El Alto 295 unidades educativas ya se sumaron al programa Escuelas saludables. Esta actividad se inició en 2017 con 80 colegios y en 2018 con 170. Para este año se espera llegar a 300.
Según un estudio de la Fundación Tierra, publicado en 2018, el 58,1% de las mujeres adultas de la urbe alteña tienen sobrepeso u obesidad. Hay que prevenir la enfermedad desde los niños.
Las autoridades ediles identificaron este problema en 2016 y entonces decidieron combatir el incremento de casos. El primer paso fue el cambio del menú de los desayunos escolares. “Antes daban unos panes enormes con poca proteína y mineral, era más harina. Las bebidas eran con mucha azúcar y colorantes”, explicó Vladimir Ameller, secretario municipal de Salud y Deportes de El Alto.
La comuna exigió un cambio. “Pedimos que incluyan barras energéticas, que ahora tienen un 93% de aceptación. Solicitamos alimentos con más proteínas para ofrecer una alimentación saludable a los niños”, dijo. “Antes se daban productos llenos de carbohidratos que engordan y no nutren a los estudiantes”, añadió.
Además de la alimentación sana, el programa impulsa actividades relacionadas con la higiene, el cuidado del agua y la protección al medioambiente, entre otras.
Para participar de este plan, la Alcaldía tiene muy claro que el principal requisito es la voluntad de los padres.
El colegio Omiste se sumó este año al proyecto. Por iniciativa de padres y profesores, los niños ahora aprenden a beber agua purificada en dispensadores, llevan envases con frutas, cuidan un huerto; además tienen horarios de lectura y rincones de aseo cerca de los basureros con sonrisas de cerditos.
Uno de sus grandes logros fue que la vendedora de salchipapas cierre su negocio por un día y que las tiendas de los alrededores del colegio vendan frutas. Los pasos se dan uno a uno.
“El objetivo es prevenir enfermedades”
La alcaldesa de El Alto, Soledad Chapetón, destacó que el programa Escuelas saludables es una actividad voluntaria. Sostuvo que gracias a este tipo de planes -que se iniciaron en 2016- bajaron los casos de la obesidad infantil.
Según la autoridad, en estos proyectos los niños aprenden también prácticas de limpieza, la separación de residuos y el reciclaje.
Resaltó que todas las secretarías de la comuna participan en este plan. “En caso de no ir a la par con esta lógica municipal, seguramente en unos años nuestro presupuesto servirá para pagar recojo de basura y tratamientos de salud. La idea es sumar esfuerzos y trabajar en la prevención de enfermedades”, dijo.
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