En muchas ocasiones la falta de actividad puede ser causa de muchos males, lo mismo sucede en el área espiritual, si te quedas quieto, puedes morir.
Hace muchos años, cuando el barco Larchmont naufragó en la costa de Rhode Island, en Estados Unidos, uno de los tripulantes y su hijo dejaron el barco, emprendiendo a remo la travesía para intentar llegar a la costa. El mar estaba agitado y las olas impedían avanzar rápidamente.
El muchacho acurrucado en la popa, pidió varias veces a su padre que lo dejara tomar su turno en los remos, pero el padre temía dejar el bote en las manos inexpertas del muchacho.
Finalmente el chico se calló y el padre supuso que se había quedado dormido.
El ejercicio mantenía al padre en calor y por ello no se dio cuenta del peligro de quedarse helado que corría el chico; y eso fue exactamente lo que sucedió.
Cuando finalmente el bote llegó a la playa, el padre intentó despertar a su hijo pero ya era tarde. El muchacho había fallecido por causa del frío.
De la misma forma como nuestro cuerpo necesita del ejercicio y del movimiento para evitar diferentes afecciones, nuestra vida espiritual debe encontrarse activa para no morir.
Mucha gente asiste a la iglesia pero porque simpatizan con la gente, con lo que se hace o dice ahí, pero no hacen ningún tipo de ejercicio espiritual, ni sirven en sus congregaciones. De esa manera se van enfriando y alejando tanto, que acaban muriendo espiritualmente.
Esto es aún más urgente, porque ustedes saben que es muy tarde; el tiempo se acaba. Despierten, porque nuestra salvación ahora está más cerca que cuando recién creímos.
Romanos 13:11 (NTV)
No te des el lujo de quedarte quieto, empieza a vivir tu fe de forma activa, si no lo haces, podrías perecer.
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